
Me considero experta en nada, salvo en deshacerme de lo que no necesito, sea lo que sea. Escribo mucho mejor de lo que hablo y, aunque no he acabado de aprender a escribir, me gusta y lo disfruto. La empatía y la compasión me hacen, literalmente, doler el corazón desde hace un tiempo y gracias a ellas me he interesado mucho en profundizar en las diferentes razones por las que la humanidad sufre y padece en estos tiempos. Tengo sobrinos de sangre y muchos otros que el cosmos me ha dado, como los de mis amigos. Por ellos y por cualquier otro ser que vaya a quedar en esta tierra después de mí, quisiera que aprendamos a ver más allá de nuestro pequeño mundo perfecto para respetarnos, querernos y entendernos más.
Así es que leyendo, aprendiendo y abriendo el corazón entendí que si el mundo, las leyes y tantas personas tan valiosas e inteligentes se están moviendo por los niños, las mujeres, la diversidad, nuestro planeta, nuestros animales y muchas otras causas, es porque algo está pasando y ese algo necesita de nuestra conciencia. Conversando con la gente que me rodea descubrí que, como me pasaba a mí, cuando no luchamos es, casi siempre, porque no estamos informados. Entonces quise aprovechar mis espacios digitales para compartir la información valiosa que me enseña y ayuda a ser más empática y compasiva, con la intención de decirle al otro, con amor, que hay otras formas de ver las cosas. Que no por haber crecido pensando de una manera significa que esa manera sea definitiva y que podemos cambiarla en cualquier momento porque cambiar de opinión es evolucionar.
Me gustan los perros y vivo con dos, aunque aún estoy muy lejos de ser para ellos la humana que merecen. Ocasionalmente damos hogar de paso a animales en adopción. Me divierto compartiendo habilidades laborales con un maravilloso equipo que hemos construido con mi hermana en Wawaw. Me gustan el silencio, la calma y los crucigramas. Me fascinan los niños aunque no tengo, hoy, ganas de traer alguno al mundo. Me cuesta enormemente mentir, aunque soy muy buena haciéndolo. Me gusta vivir con lo mínimo necesario y sin acumular nada material. Se me dificulta la disciplina porque pierdo fácilmente el interés y mi cabeza va de un lado para otro permanentemente. A veces junto a P, el hermoso hombre con quien tengo una familia, hacemos cenas clandestinas en nuestra casa y las llamamos Cenas Marte.
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